Rendir cuentas después de la muerte

Esta vida es pasajera, para los humano y para los ŷinn, esta vida siempre termina con la muerte y no hay excepción. Los humanos no escogen su raza, sexo, padres, o lugar de nacimiento. Por eso, en el día del juicio final, no serán responsables por esos aspectos de su vida. Ningún ser humano es castigado y enviado al infierno por que nació siendo de cierto sexo, familia, nacionalidad o raza. Al-lâh, el Misericordioso, ha prometido al humano o ŷinn que muera con el credo correcto, como musulmán, la vivienda en el paraíso para siempre. La creencia correcta en Al-lâh no cambia. Cada profeta y mensajero ha sido enviado para transmitir la misma creencia en Allâh: Nadie es Dios excepto Al-lâh, y el ser humano tiene que creer en Él y adorarlo a Él unicamente. El Profeta del presente es Muhammad, (Sal-lal-lâhu ^alayhi wa sal-lam), la paz y las bendiciones de Al-lâh sean con él, y las leyes de la presente nación son las leyes que el Profeta Muhammad, (Sal-lal-lâhu ^alayhi wa sal-lam), recibió de Al-lâh para la humanidad. No habrá nuevas leyes reveladas, porque no habrá un nuevo mensajero o profeta.

Sin embargo, en el Día del Juicio, la presentación de los hechos es un asunto que indudablemente tomará lugar. Esto significa que en el día del juicio a cada persona le serán presentados sus hechos, a cada persona le será entregado su libro en el cual los ángeles escribieron todo lo que hizo en esta vida. En el más allá los hechos de las personas serán pesados en una balanza. Dicha balanza, estructuralmente es similar a la balanza de esta vida que consta de 2 platillos. Los buenos hechos serán puestos en un platillo y los malos hechos en otro. Si el platillo de los buenos hechos es más pesado que el platillo de los malos hechos, la persona es una ganadora, será salvada y entrará directamente al paraíso sin previa tortura. Por otro lado, si el platillo de los malos hechos es más pesado, entonces la persona será merecedora del castigo. En el día del juicio, el platillo de los buenos hechos del blasfemador estará vacío.

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